La UEFA Champions League (ex Copa de Europa) está llena de historias, en todo su desarrollo han habido situaciones interesantes, otras que quedan como anécdotas y una que revisaremos aquí que se volvió maldición hasta nuestros días. Una década, la primera completa de su historia… ganadores, historias y mucho más, es lo que revisaremos en estas líneas.
Por: José Ángel González | Foto: Hermano Temblón
La primera Copa de Europa de la década que revisaremos es la del 1959-60, donde el Real Madrid terminó de coronar su quinteto consecutivo, convirtiéndose en el más ganador del certamen de manera instantánea.
¡Oh! ¡Carol! de Neil Sedaka junto con Put Your Head In My Shoulder de Paul Anka fueron los hits del año en que comenzó la quinta edición del certamen continental europeo. Los adiestrados por Manuel “El Brujo” Fleitas entraron en la fase de octavos de final para enfrentar al bicampeón de liga de Luxemburgo y también debutante del certamen: AS La Jeunesse d’Esch.
El tetracampeón vigente de aquel entonces, no tuvo mayores problemas para seguir en carrera y eliminar al que -hasta ahora es el elenco más laureado de su país (28 títulos). El 7-0 en la ida y el 5-2 en la vuelta, resultó lapidario y la actuación de “El Comandante Galopante” Ferenc Puskás fue de otro nivel: hat-trick en el primer partido y una diana en el cierre de la llave. Lo que dio un indicio de lo que realizaría en la campaña.
El cuadro español hizo todo sencillo en la competición: 24 goles. Tenía goleadores de raza: Di Stéfano y Puskás (8 y 5 goles cada uno, de los 24 totales hasta ahí).
Al llegar a la final con el Eintracht Frankfurt, los alemanes venían como favoritos tras vencer 12-4 en la serie (6-1 en la ida y 6-3 en la vuelta) al Glasgow Rangers. El llamado a ser figura del equipo en ese entonces, Alfred Pfaff (34 años en aquella temporada) convirtió 4 goles en aquella llave; pero lamentablemente, la actual leyenda de la institución, no hizo más anotaciones en toda la competición.
El morbo convocaba a ver caer a los de “La Casa Blanca” en su intento de levantar “la quinta”; pero el Hampdem Park de Glasgow se volvió testigo de la final con más goles hasta la fecha: 7-3. Las tres conquistas de Di Stéfano y los cuatro de Puskás (que fue el goleador del torneo con 12 anotaciones) dieron la victoria a “los merengues” frente a “las águilas” alemanas.
Temporadas 1960-61 y 1961-62: Explosión lusa en Europa
Todo comenzó con la revolución del “glorioso” de Portugal. En el año 1960 remodelaron su estadio para alcanzar los 80.000 espectadores y desde el Porto se llevaron al DT campeón del país en la temporada 1958-59: Béla Guttmann (húngaro).
Benfica se preparó con todo, sin extranjeros conquistó la liga de la temporada 1959-60 y por ende, obtuvieron el pasaje al torneo continental. Donde desde el inicio mostraron que harían una campaña brillante, el 5-2 al Heart of Midlothian F.C. (Escocia) en la llave de fase previa, sólo fue una muestra. Porque el estratega hizo gala de toda su visión y calidad junto al plantel en la etapa final, siendo el Újpest Dózsa húngaro (7-4 a favor en la llave), Århus de Dinamarca (7-2 global) y el Rapid Viena austriaco (3-0 y 1-1 en los partidos de ida y vuelta) las víctimas del elenco luso en la ronda de 16 equipos, cuartos de final y semifinales respectivamente.
Una máquina que le quitó al Barcelona la posibilidad de alzar su primer cetro europeo (el que no llegaría hasta la década del 90′).
Pese a que los de Cataluña contaban con nombres como Sándor Kocsis, Ladislao Kubala, Alfonso “foncho” Rodríguez y Jesús Garay, no pudieron evitar que “las águilas” portuguesas se quedaran con el título. 3-2 y trofeo para el equipo que poco tiempo después se volvió “maldito”.
Para la temporada siguiente, unos cuantos fichajes no se hicieron esperar… entre ellos, un joven de 19 años que pese a su nula experiencia en fútbol de alta competencia, recaló en las filas del club… un “tal” Eúsebio Da Silva, proveniente de la África Oriental Portuguesa (actual Mozambique). Quien llegó para utilizar la dorsal “8” y quizá sin imaginarlo, empezar a erigir su leyenda en el club y el fútbol portugués.
El primer duelo (18-10-1961) no fue sencillo para los lusos, quienes empataron 1-1 frente al Austria Viena como forasteros; pero la vuelta en Portugal, fue otra historia: 5-1. Una goleada que también significó el debut en las redes del certamen para “la pantera negra” a los 68′ de cotejo y el ticket a los cuartos de final.
De ahí en más, “las águilas” mostraron su fortaleza en casa. Contra el Núremberg alemán cayeron como forasteros por 3-1; mientras que en el Arena do Benfica, el 6-0 fue inapelable (2 anotaciones de Eúsebio de por medio a los 4′ y 55′). Las “semis” fueron la resolución más ajustada de los lusos, pues el 3-1 en la ida (como local) les dio la primera ventaja y aunque en Londres rápidamente abrieron el marcador frente al Tottenham, estos últimos buscaron y buscaron hasta dejar el marcador 2-1; pero insuficiente para forzar la tanda de penales.
Tras ello, sólo quedaba la final y el sueño del bicampeonato (el primero para una escuadra que no fuera de España); pero a la instancia definitiva, llegó el pentacampeón anterior: Real Madrid. Siendo la primera vez que los de la capital española entraban desde la ronda previa (venciendo 5-1 en el global al Vasas de Hungría), además de ser la primera final entre campeones y como dato, los once iniciales fueron sólo jugadores de las nacionalidades de sus equipos (11 lusos contra 11 hispanos -discutible o no por las ciudadanías adquiridas, pero pese a ello, así lo dice la historia-). “Los merengues” buscaban alzar otra vez el trofeo y de paso, “hacer risa” al Barcelona por lo ocurrido la temporada anterior; pero pese a que los de Madrid contaban aún con Di Stéfano y Puskás, más Enrique “Pachín” Pérez, Luis “siete pulmones” del Sol y el legendario Paco Gento (capitán del elenco) entre otros, no pudieron evitar el 5-3 en contra en el Estadio Olímpico (Olympisch Stadion) de Ámsterdam.
- En este encuentro, Benfica estuvo con el marcador en contra en dos ocasiones: 0-2 hasta el minuto 25 y 2-3 hasta los 50′ gracias al triplete de Puskás (18′ -con un zurdazo cruzado y rasante, tras recibir un balón con ventaja desde campo propio que le permitió correr desde el círculo central hasta el punto penal para poder definir-, 23′ -recibiendo un pase en tres cuartos de cancha desde medio terreno mediante un tiro libre, donde el “10” se acomodó en el lugar y sacó otro zurdazo cruzado- y 39′ -tras una jugada bien hilada desde la diestra ofensiva, que terminó con el ariete amagando a un defensa y luego impactando un zapatazo de izquierda a la derecha del guardameta luso-). Los descuentos fueron obra de José Águas (25′ -aprovechando el rebote en un palo tras un tiro libre que fue directo a portería-) y Domiciano Cavém (33′ -haciéndose de un balón que sin querer Eúsebio le dejó servida afuera del área tras intentar acomodar de pecho un pase cacheteado de Águas desde el sector derecho ofensivo, el mediocampista vio el balón suelto y con un izquierdazo furioso dejó el balón dentro de la portería-); mientras que la igualdad llegó a través de Mário Coluna (50′ -con un “balazo” cruzado de derecha desde tres cuartos de cancha, tras una mala salida del Real Madrid-) y el marcador fue sellado gracias a “la perla negra” (Eúsebio) a los 64′ (mediante lanzamiento penal -rasante y a la diestra del “cuidatubos“-, tras correr por toda la franja derecha desde mitad de campo y ser derribado en el área) y 69′ (con un “sablazo” desde fuera del área tras recibir un pase corto, paralelo y directo de Coluna en un tiro libre).
Temporadas 1962-63, 1963-64 y 1964-65: Italia al ataque y el comienzo de la maldición de Béla Guttmann.
Benfica se alzó bicampeón, logrando la hazaña frente a dos escuadras con jugadores legendarios en sus filas; pero como se dice, “todo lo que inicia, debe terminar” y para infortunio de los lusos, esto no vino “de manera gratuita” (hasta ahora). Los éxitos tienen un costo, al menos eso consideró el estratega Béla Guttmann al momento de pedir un aumento de su salario… el cuál además de ser negado, hizo que la directiva de “las águilas” lo despidiera de manera injustificada, lo que provocó la indignación y decepción del húngaro, quien maldijo a su ex equipo exclamando en su salida: “Ni en cien años, el Benfica volverá a ganar un título de Europa” (hay otras versiones que aseveran que la expresión fue: “Sin mí, el Benfica no ganará un título europeo en 100 años” ).
- Algunos estudiosos e historiadores, dicen que la negativa se produjo por haber enfocado Guttmann todos los esfuerzos en el cetro europeo y “dejar en segundo plano” el certamen nacional de la temporada 1961-62 (donde el Sporting se coronó campeón, y su escuadra, remató en la tercera plaza a 7 puntos de distancia).
Para la temporada 1962-63 del certamen, 30 equipos fueron los participantes, siendo el Milan (campeón de la liga italiana 1961-62) el que destacó en la ronda preliminar con su global de 14-0 (8-0 en Italia y 6-0 en Luxemburgo) frente al (ahora desaparecido) Union Luxembourg, y el Ipswich Town que venció por un global de 14-1 al Floriana FC de Malta.
En octavos de final, las escuadras goleadoras de la etapa anterior se encontraron, siendo victoria en la llave para los del “país de la bota” por 4-2 (3-0 en San Siro y 2-1 a favor de los ingleses en Portman Road) con una gran actuación del mediocampista Paolo Barison (2 goles en el primer partido y uno en la vuelta).
De ahí en más, los italianos hicieron “todo sencillo” en el torneo, derrotando en “cuartos” al Galatasaray turco por 8-1 en el global: 3-1 para “I Rossoneri” en Estambul y 5-0 en Italia. La semifinal, también fue una suerte de “trámite” para los dirigidos por Nereo Rocco, ya que enfrente tuvieron al campeón escocés (y debutante en el certamen), el Dundee FC, que tras caer en la ida por 5-0, poco pudo hacer en el Deens Park; pero vencieron por la mínima a los de la capital de la moda.
Por otro lado, el campeón defensor (Benfica) ahora a cargo del mítico entrenador chileno Fernando Riera llegó a su tercera final consecutiva nuevamente haciendo gala de su poder como local; pero pese a ser en cierta forma favoritos, no pudieron frente a Cesare Maldini (capitán), Giovanni Trapattoni, Gianni Rivera, José Altafini, el peruano Víctor “conejo” Benítez y compañía. Inclusive Eúsebio abrió el marcador a los 19′ en el legendario estadio Wembley entrando en carrera y con pelota dominada por el centro (y algo cargado a la diestra) del ataque al área, dónde sacó un remate de derecha cruzado y por bajo que dejó sin opciones al “kamikaze” Giorgio Ghezzi. Los italianos buscaron y buscaron, así como “las águilas” a través de “la perla de Mozambique” ; pero el marcador sólo se vio modificado en el minuto 58 mediante “Mazzola” Altafini que recibió un balón (solo) unos centímetros dentro del centro del área, impactando de media vuelta un derechazo que se “coló” en el sector zurdo bajo de la portería de Costa Pereira. Pero el partido se sentenció 11 minutos más tarde y a través del mismo delantero brasileño nacionalizado italiano, que corrió el último tercio del campo (por el centro) con pelota dominada y sin marca, encaró al guardameta luso y sacó un remate de derecha que fue contenido; pero para fortuna del ariete, el balón le quedó “servido” tras el rebote en el punto penal, y nuevamente de derecha dejó “la redonda” entre las mallas, dictando que el marcador era el definitivo 2-1 a favor del Milan, que se cobró revancha de la temporada 1957-58 cuando en la prórroga cayó 3-2 frente al Real Madrid.
Ponga play y disfrute con música (como para que no se aburra y nos coloquemos en época):
Esto no ha terminado eh…
https://www.youtube.com/watch?v=iHzjfGF6MiU
Volvamos a lo nuestro… Corría la medianía del año 1963, el surf rock estaba en todo su esplendor y The Beach Boys se encaramaron en las listas de más escuchados nivel global gracias a su mega hit Surfin’ USA . La URSS lanzó la nave Vostok 6 con Valentina Tereshkova a bordo, convirtiéndose en la primera mujer cosmonauta y en México, el Hipódromo de las Américas realizó su primera transmisión televisiva.
Con todo estos acontecimientos, se dió inicio a la Copa de Europa 1963-64; pero con 31 participantes en esta ocasión, por lo que sólo el campeón vigente clasificó de manera directa a los octavos de final. El Benfica pasó la fase previa con un global aplastante (8-3 sobre el Lisburn Distillery FC de Irlanda del Norte); pero se quedó en octavos frente a un Borussia Dortmund que volvió a decir presente en el torneo tras 5 temporadas. El Real Madrid hizo una fase previa y unos octavos “como de costumbre” goleando a sus rivales (7-0 en el global al Rangers de Escocia y 8-4 contra el Dinamo Bucarest, respectivamente); pero en cuartos de final enfrentó al campeón vigente: AC Milan. Si bien en el Santiago Bernabéu el marcador fue un contundente 4-1 para los locales, en Italia las cosas cambiaron e incluso, se complicaron un tanto para los de la capital española, pues a los 46′ el cuadro “rossonero” tenía el marcador 2-0 a su favor (en “la cornisa” para forzar una definición) y al término del encuentro, el marcador siguió de la misma manera, concluyendo en un 4-3 global para “los merengues” .
Por otro lado, el campeón de la liga italiana (Inter de Milán) con lo justo clasificó a la ronda de los 16 mejores: 1-0 global frente al Everton FC.
- La única anotación del partido fue obra de Jair da Costa a los 47′ del partido de vuelta (disputado en el estadio San Siro).
Pero tras esa complicada llave, se “embaló” y sin mayores contratiempos llegó hasta la semifinal dejando en el camino al AS Monáco y Partizán de Belgrado por 4-1 en ambos marcadores globales, respectivamente; pero en el paso previo a la final, tuvo que hacer frente al mismísimo Borussia Dortmund (que recordemos dejó en el camino al Benfica con un contundente 6-2 global). El 15 de abril de 1964 se vieron las caras en el estadio Rote Erde de Dortmund, donde pese a los esfuerzos de “los teutones” el marcador se quedó 2-2, agregando lo que le hacía falta a esta llave: incertidumbre. Catorce días después, los mismos equipos se enfrentaron en Italia y los de Helenio Herrera aprovecharon las casi 80.000 personas en el reducto (76.788 espectadores para ser más específico) y se quedaron con el encuentro con las anotaciones de Jair da Silva (48′) y Alessandro Mazzola (75′), permitiendo a “I Nerazzurri” decir presente en la final en su temporada debut.
En la otra llave de semifinales, estaba el Real Madrid y el Zürich suizo. Siendo este último vapuleado por 8-1 en el marcador global (2-1 para los hispanos en el estadio Letzigrund y 6-0 en el estadio de Madrid -que albergó a 110.000 espectadores para aquel duelo-).
El mismo día y año en que en Jerusalén se creó la Organización para la Liberación de Palestina y en Colombia se fundó las FARC, el Internazionale Milano y el Real Madrid se vieron las caras.
Austria… Más específicamente Viena… Praterstadion… El reducto diseñado por el arquitecto alemán Otto Ernst Schweizer fue el que acogió aquella final a la que llegaron 72.000 espectadores (controlados). Giuliano Sarti, Rafael “Felo” Batista, Giacinto Facchetti, Alfredo Di Stéfano, Tarcisio Burgnich, Ferenc Puskás, Mario Corso y Paco Gento, sólo por mencionar algunos, garantizaron la calidad y categoría del encuentro.
El ambiente era extraordinario, la tensión se sentía en las gradas y este, se plasmó en el terreno de juego, ya que recién a los 43′ se abrió el marcador luego de que Facchetti (comprometido en ataque) recibiera un balón aéreo y cruzado en el sector izquierdo ofensivo, hizo control orientado (en el último tercio del terreno) hacia portería con su muslo derecho, avanzó algunos pasos, amagó con la izquierda, se internó tenuemente hacia el centro y cedió en paralelo para Alessandro Mazzola que acomodó con el borde interno de su pie derecho, pinchó “la esférica” con la punta del mismo pie y desenfundó un latigazo cruzado de pierna diestra, que se ajustó al palo izquierdo de la portería de Vicente Train (que poco pudo hacer para contener el remate).
“Los de la casa blanca” buscaron e insistieron para igualar el marcador. En eso llegó el minuto 60, y tras una buena jugada hilada, el balón fue cedido a media altura para Batista que acomodó de pecho, esperó que el balón diera un bote y desde poco más atrás de la entrada del área italiana, sacó un derechazo muy recto que terminó en posesión del guardameta Sarti sin mayores problemas. Pero no todo terminó allí, ya que casi instantáneamente, el guardameta cedió para “Duce” Facchetti en la zurda defensiva y este con la mirada ya realizada, sacó un balón bombeado y largo hacia la ofensiva de la misma banda, apareció “el arquitecto” Luis Suárez que le ganó la posición en tres cuartos de cancha a su marcador (con sombrerito incluido), entregó al centro para Mazzola que se fue centralizando y buscando perfil para remate, el que encontró en el centro de la entrada del área y sin miramientos, lanzó el balón rasante y abriéndose “buscando” el sector izquierdo del portero, lo que complicó la contención de Train y se convirtió en el 2-0 a los 61′ de encuentro.
20 minutos para el término del encuentro, un rayo de esperanza iluminó a los dirigidos por Miguel Muñoz. Vino un ataque por el sector diestro madrileño que terminó con el balón abandonando el campo por la última línea, volviéndose en tiro de esquina tras la buena cobertura de Aurelio Milani. La esférica fue directo al área gracias al lanzamiento de Puskás, le sobró a un jugador en su intento de despejar de cabeza; pero en el “segundo palo” recepcionó solo “Felo” (entre estómago y pecho mientras el balón iba en ascenso tras un bote), quien instintivamente realizó una tijera mientras la esférica aún no bajaba y con un derechazo aéreo, acortó distancia en el marcador.
Pero no todo estaba dicho, ya que aún faltaba que se consagrara el que a la postre se volvió el goleador del certamen (con 7 tantos): “Sandro” Mazzola. Quien a los 77′ aprovechó un error en la zaga defensiva (Santamaría buscó “reventar” el balón al mediocampo yendo en dirección a su propio arco tras un pase alto y profundo de Milani desde el círculo central que fue dando botes cerca del área, pero dio un pase al pecho del ariete italiano) controlando orientado hacia adelante, ganó algunos metros con un dominio de muslo izquierdo evitando que la pelota tocara el suelo, entró al área a toda velocidad y en lo que es el área de meta (área chica) salió Train, cubrió todo lo que podía; pero el delantero sacó un remate bajo, “cacheteado” y cruzado al poste zurdo del guardameta, que pese a su buen “achique” no pudo evitar que la esférica pasara, se estrellara en la escuadra inferior y posteriormente abrazara las redes decretando el 3-1 que fue definitivo en el partido. Inter de Milán fue campeón en su debut y en calidad de invicto (7 victorias y 2 empates: 88,9% de rendimiento -considerando los puntajes por partido de la época-).
Así sin más, y con su primera final de Copa de Europa perdida, “la saeta rubia” Alfredo Di Stéfano dijo adiós a la camiseta madrilista tras 11 temporadas llenas de éxito.
Llegamos a la temporada 1964-65 del certamen, nuevamente 31 participantes y el campeón vigente clasificado a los octavos de final. Benfica, Real Madrid, Liverpool y Dinamo Bucarest se lucieron en la fase previa, llegando a la ronda de los 16 mejores con goleadas antológicas.
En octavos de final el Colonia de Alemania superó al Panathinaikos griego (3-2 global). Liverpool siguió en carrera doblegando al Anderlecht de Bélgica por 4-0 en la llave,. El Door Wilskracht Sterk (DWS Amsterdam) neerlandés hizo lo propio con el FC Lyn noruego en la instancia (8-1). Győri ETO de Hungría se quedó con una serie que fue de infarto (8-7: 5-3 para los locales en la ciudad húngara de Győr y 4-3 para el Locomotiv Sofía en la capital de Bulgaria). Los escoceses del Rangers se impusieron al Rapid Viena austriaco por 3-0 en la llave. El Dukla Praga checoslovaco no pudo contra la superioridad del Real Madrid y los hispanos se quedaron con el cupo tras el total de 6-2 a favor. Inter de Milán no pasó zozobras con el Dinamo Bucarest (7-0 para los italianos al final de los cotejos). Mientras que el Benfica, despachó para suiza al La Chaux-de-Fonds con el 6-1 propinado en la suma de ambos partidos de la fase.
Los cuartos de final prometían, y vaya que no decepcionaron. Los alemanes enfrentaron a los ingleses, y tras la igualdad 0-0 al término de la llave, se disputó un partido de definición que terminó 2-2 en el Stadion Feijenoord de Rotterdam; así que tras la nueva igualdad, se determinó el clasificado mediante sorteo, en el que el Colonia quedó en el camino permitiendo el paso del Liverpool. Los húngaros de Győr se quedaron con el pasaje a la siguiente fase venciendo al elenco de Países Bajos por 2-1 (tras el 1-1 en la ida, el gol definitivo fue obra de Povázsai a los 87′ del segundo partido). “Los del país de la bota” pese a caer en escocia por la mínima, lograron hacerse de la llave tras el 3-1 propinado en la ida.
Y por último, pero no por ello menos importante, estaba el partido más atractivo de la serie: Por un lado “las águilas” lusas traían a José Torres, José Augusto y Eúsebio completamente inspirados (7, 3 y 4 anotaciones respectivamente, de las 15 que había convertido el equipo); mientras que los de la capital española también sumaban 15 gritos de gol hasta esta instancia. En Lisboa prácticamente todo se definió con el 5-1 propinado por el último bicampeón del torneo, y el 2-1 a favor de los Madrid en la vuelta, sólo permitió que el pentacampeón se retirara con cierta dignidad por ganar en casa.
Llegaron las semifinales, el Liverpool le dejó tarea difícil a los de Italia tras el 3-1 propinado en Anfield; pero “el Ínter” sabía que en casa podía dar vuelta la serie y lo consiguieron, gracias a su gran aplicación táctica: 4-3 final en la llave y pasajes para Helenio Herrera y sus dirigidos para disputar su segunda final continental consecutiva. “Los encarnados” de Portugal vencieron en ambos duelos al Győri ETO húngaro (1-0 en Budapest y 4-0 en el Estádio da Luz) con anotaciones de José Augusto (en la ida) y “el buen gigante” Torres con “la pantera negra” en la vuelta (2 goles cada uno).
Inter de Milán no se tuvo ni que mover para la final, pues el estadio designado para albergar el cotejo definitorio por el cetro continental fue el mismísimo estadio San Siro… La obra del arquitecto Alberto Cugini recibió 85.000 almas pese a las protestas del equipo luso, debido a que los italianos jugarían en casa.
La noche del 27 de mayo en Milán fue lluviosa, esta no amainó y pese a todo, los aficionados no desistieron y con una cancha completamente mojada e incluso encharcada en prácticamente toda su extensión, las escuadras salieron al terreno de juego.
El libreto de los locales era claro: El “catenaccio” (cerrojo italiano). Por otro lado, los lusos tenían una nueva oportunidad de alzar el máximo trofeo de clubes a nivel continental con un juego que era mucho más vistoso; pero que también había sido víctima del AC Milan (que utilizaba el mismo sistema de juego) en la final de hace dos años. El austríaco Gottfried Dienst dio la señal, y los últimos 90′ de aquella temporada comenzaron con el forastero iniciando las acciones… Ambas escuadras en un comienzo estuvieron incómodas en el campo, jugadores resbalando, problemas para controlar y pasar el balón, entre otros, fue la tónica de los primeros minutos; al menos hasta que los de Helenio Herrera lograron hacer pie en el campo y empezaron a buscar con pases más largos y cruzados en el sector ofensivo. “El Inter” , sacó provecho a los errores rivales en la salida (por su costumbre a “salir jugando”) y recuperando algunos balones, probó de media distancia al guardameta Costa Pereira, quien por las condiciones del campo y el tiempo, solía dar rebote y/o tener problemas para contener el balón.
A los 42′ llegó el desequilibrio el marcador tras una jugada bien hilada por sector medio que terminó en un pase abierto al sector derecho de la ofensiva italiana, ahí Jair da Costa recibió el balón, se adentró en el área rival y cayéndose, sacó un remate raso de derecha que Pereira trató de contener, pero como antes, tuvo problemas y vio cómo la pelota resbaló entre sus manos e ingresó a la portería decretando el 1-0 en el marcador.
Los dirigidos por el rumano Elek Schwartz no pudieron dar la vuelta al marcador ni alcanzar el empate pese a sus esfuerzos, atacaron en lo posible; pero aunque por su juego y las figuras con las que contaban, todo hacía pensar que Benfica nuevamente sería campeón, no, la disciplina táctica y la aplicación defensiva dio sus frutos, volviendo al Internazionale Milano bicampeón del torneo (y siendo la última vez que levantarían el cetro en el milenio). Fue la primera vez que el título se definió por la cuenta mínima.
¿Realmente no fue obra de “la maldición de Béla Guttmann“?
Esto no ha terminado, aún nos queda mucho por revisar… Descansaremos un poco, ya que todo continuará en la siguiente parte que comienza con lo siguiente:
Temporada 1965-66: El retorno del rey.
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